1. Reconocer las propias limitaciones: Acepta que no sabe todo y que siempre hay algo nuevo por aprender de los demás y de las experiencias de la vida.
2. Ser agradecido: Valora lo que tiene, lo que recibe y reconoce las bendiciones, grandes o pequeñas, sin arrogancia ni exigencia.
3. Escuchar activamente: Presta atención a los demás con interés genuino, sin sentirse superior ni apresurarse a imponer su opinión.
4. Aceptar los errores: No teme equivocarse y sabe pedir perdón cuando es necesario, viendo en los errores una oportunidad para crecer.
5. Servir desinteresadamente: Busca ayudar a los demás sin esperar reconocimiento ni recompensas, simplemente por amor y empatía.
6. Evitar comparaciones y juicios: Un corazón humilde no compite ni critica, sino que celebra los logros ajenos y busca comprender en lugar de juzgar.
7. Reconocer el valor en los demás: Respeta y aprecia las fortalezas y talentos de las personas, sin envidia ni rivalidad.
Un corazón humilde no significa ser débil o sentirse menos, sino tener una confianza equilibrada en uno mismo y en los demás, guiada por el amor, la compasión y la sabiduría.